Una escapada a Mendoza es siempre saludable: un fin de semana largo, dos amigas y una mochila es todo lo que se necesita para partir. Hicimos las reservas de dos noches en el Hotel América…y ahora solo nos queda disfrutar esta hermosa ciudad al pie de los Andes.

El micro nos dejó bien temprano en la terminal de Mendoza, nos esperaba un día completo para aprovechar, recorrer, conocer.

Nos instalamos en el hotel América, subimos a dejar los bolsos en nuestra cómoda triple: la habitación está buenísima tiene aire acondicionado, calefacción y TV por cable; la verdad que es un hotel familiar, sencillo pero equipado con todo lo necesario y, lo mejor sus tarifas, solo $ 692 la habitación triple.

Enseguida, antes de salir del hotel, aproveché el WiFi para revisar mis mail y enviar uno a mi casa avisando que ya habíamos llegado bien a nuestro destino.

Mientras tomábamos un café con tortitas recién horneadas, en el desayunador del hotel América, el conserje nos había contado algunos tips para comprender una de las principales características que sorprenden de esta ciudad jardín: la abundancia de verde en las tupidas arboledas callejeras. Allí empezamos a aprender sobre canales y acequias que constituyen el increíble sistema de irrigación construido por los huarpes (antiguos pobladores de Cuyo) para transformar este territorio desértico en un pequeño oasis, calificado casi como un milagro.

Una de las cosas que más nos gustó del hotel América es su cercanía con el Parque San Martín, así que decidimos que ese iba a ser nuestra primera excursion, caminamos tres cuadras y ya estábamos frente a los majestuosos portones.

El Parque San Martín es un parque urbano de varias hectáreas de extensión, y con mucho para ver. Es uno de los más importantes de la Argentina por su gran extensión de 393 hectáreas y por su cercanía a la ciudad, tan solo 1 Km del microcentro.

Este parque, creado en 1896 con fines ambientales, sanitarios y paisajísticos, es casi una galeria de arte a cielo abierto, ya que alberga una innumerable cantidad de esculturas. Lo primero que nos encantó fueron esos imponentes portones de hierro que después supimos fueron encargados a una fundición escocesa de Glasgow, de gran auge en esa época (1908) donde el hierro fundido ya era paradigma de la tecnología e industria moderna. Está buenísima la profusa decoración art noveau de los portones, llenos de florones, volutas, espirales, hojas de acanto …una belleza.

Después de las fotos de rigor frente a los portones, entramos a recorrer el parque, caminando por avenidas y callecitas, todas muy sombreadas. Nos cruzabámos a cada rato con gente caminando, corriendo, en rollers o en bici, inclusive hay sectores con equipamiento para hacer distintos tipos de ejercicios al aire libre. Observar esta gran variedad de actividades deportivas nos motivó y decidimos aprovechar la cercanía del hotel América a este pulmón vegetal: mañana nos levantaremos temprano y, antes de cualquier excursion, vamos a venir a dar una vueltita corriendo al lago del parque, son 2,5 km, un buen entrenamiento para empezar el día!

Sí, porqué me olvidaba de contarles que este magnífico parque, diseñado por el francés Carlos Thays (el mismo del jardín botánico de Buenos Aires), tiene también un lago artificial con isla incluida.

Pasamos frente a la Fuente de los Continentes, una obra hecha en hierro fundido con motivos característicos de las fuentes ornamentales europeas donde se ven representados los continentes: América, Asia, Europa y África  (parece que Oceanía en ese entonces se consideraba parte de Asia, así nosh an dicho). Aquí también algunas selfies y a seguir caminando…

El mediodía comenzaba a hacerse sentir…y el cansancio del viaje también, empezamos el regreso al hotel América. Primero nos paramos a comer un exquisito “lomito” en la terraza que dá al lago (en Mendoza le dicen lomito a un sandwich con carne, jamón, queso, huevo, tomate y lechuga), luego, cerca de los portones, nos sentamos a tomar un cafecito en la rotonda de los “campos eliseos” mendocinos, les digo así porqué estabamos sentadas frente a los Caballitos de Marly, perfecta réplica de las esculturas emplazadas en los Champs Elysées de la capital francesa.

Unos pocos pasos más y ya estábamos de nuevo en el hotel América que nos aguardaba para la sagrada siesta mendocina. La amabilidad y hospitalidad de los mendocinos es bien conocida pero, la verdad que, aquí en el hotel América, se pasan de amables…cuando nos levantamos nos informaron detalladamente de todas las posibles excursiones y rincones a conocer, inclusive nos entregaron una revistita llamada “Dónde Ir” que es una guía de la ciudad y de toda la provincia, con mapas y mucha info muy útil, no nos desprendimos de ella durante los tres días que estuvimos en tierra mendocina.

Para terminar de conocer el parque nos faltaba la frutilla del postre: el Monumento al Ejército de los Andes, ubicado en el Cerro La Gloria, obra del escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari. La verdad que el monumento es imponente así como la vista panorámica que se tiene desde el cerro, es también un hermoso mirador de la ciudad y de la precordillera.

Este conjunto escultórico de bronce y erigido sobre piedra cordillerana, surge de una iniciativa que tenía como fin conmemorar el centenario de la Independencia argentina, y homenajear el cruce de Los Andes por parte del ejército liderado por San Martin para liberar Chile y Perú. Está bueno tomarse un tiempito para girar alrededor del monumento dado que cada cara, cada parte de la obra guarda secretos y narraciones que no pueden ser captadas por una mirada fugaz. El monumento está compuesto por una estatua ecuestre del General San Martín, quién, con los brazos cruzados sobre el pecho, mira hacia el infinito. Atrás se observa un grupo de granaderos a caballo, 6 de cada lado simbolizando la partida del Ejército (caballos erguidos) y la llegada (caballos cansados). Son 6 de cada lado porque fueron 6 los pasos que el Ejército utilizó para cruzar la cordillera de Los Andes. Además, alrededor del pedestal hay tres frisos que representan las principales escenas del regimiento en su formación, los escudos de los países liberados, el símbolo de la libertad (una mujer con rotas cadenas), y un cóndor por levantar vuelo.

Mientras subíamos y luego descendíamos del Cerro de la Gloria también pudimos ver el teatro griego Frank Romero Day (donde se realiza en marzo la Fiesta de la Vendimia) y también algunas jaulas del Zoológico dado que este se despliega en una de las laderas del cerro; pasamos cerca del estadio mundialista y de la ciudad universitaria de la UNCuyo, bueno, la verdad que el Parque San Martín encierra una gran cantidad de atractivos y es un lugar clave en la vida de los mendocinos.

El sol ya se estaba escondiendo tras la montaña y nuestros planes eran una buena cerveza artesanal con alguna picada, como nos habían recomendado en el hotel América, en la calle Arístides Villanueva, epicentro de la movida nocturna mendocina.

El primer día en Mendoza se estaba terminando, pero, por suerte, aún nos esperaban dos días más de experiencias cuyanas….

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