Las lagunas de Guanacache y Llancanelo volvieron a tener agua luego de mucho tiempo. Pero las actividades humanas y especies exóticas complican la biodiversidad de los humedales.

Según las autoridades de la Secretaría de Ambiente, en el marco del día Internacional de los Humedales, las lagunas este año han recuperado notablemente su volumen de agua gracias al mayor deshielo y a las lluvias. Dos de los humedales emblemáticos, Guanacache y Llancanelo (ambos sitios Ramsar), recuperaron parte de su esplendor, pero siguen en riesgo por la actividad humana y las especies exóticas.

La directora de Recursos Naturales Renovables, Mabel Chambouleyron manifestó que falta cuidado para proteger esos ambientes. “Pensamos en su preservación porque de ellos depende la provisión de agua del planeta, la bebida y el riego, entre las cuestiones más importantes. Las personas son muy descuidadas, dejan los residuos, y una vez que estos entran en contacto con el agua, afectan la calidad, hay que hacer un llamado a la toma de conciencia”, dijo la funcionaria.

Uno de los humedales más afectados por la sequía había sido la laguna de Llancanelo. La escasez de agua durante los últimos años provocó que su tamaño se redujera notablemente y esto contribuyó a que las especies de flora y fauna autóctonas no lograran reproducirse. “La situación respecto al año pasado ha cambiado muchísimo por factores naturales. En esta temporada ha llovido mucho y ha habido más deshielo por lo que la laguna ha recibido mucha más agua. El año pasado hablábamos que la laguna se había reducido al 10%, hoy ya ha recuperado casi todo su tamaño normal. El humedal es de 65 mil hectáreas y se han recuperado los bañados”, comentó a Diario Vox el jefe de gabinete de la Secretaría de Ambiente, Eduardo Sosa.

No obstante, la provisión de agua sigue siendo escasa y habrá que mantener las principales fuentes y realizar trabajos en la zona que incluyen control a las explotaciones petroleras. “Nos queda trabajar sobre la provisión de agua del río Malargüe, ahí tenemos que recuperar el agua que hoy es entregada por Irrigación y que los finqueros de la zona la devuelvan el agua en buenas condiciones para volcar a la laguna”, explicó el funcionario. “Tenemos que resolver un conflicto de intereses entre dos vecinos por una fuente de agua. Y también hay que seguir monitoreando la actividad petrolera que lleva 30 años en la zona, ahora con un nuevo proyecto de YPF que comenzó en el 2010. Y lo que nos gustaría es trabajar en restauración”, continuó Sosa.

La laguna de Llancanelo tiene además un conflicto con esta vegetación exótica. Los tamarindos han ganado espacio y afectan a la reproducción de plantas autóctonas. “El Tamarindo es una especie invasora, que ha quitado hábitat a las especies nativas. Queremos trabajar sobre otros exóticos como los jabalíes”, dijo Sosa.

El otro desafío es la adaptación al cambio climático. “Hemos tenido más lluvias, más agua que la que hemos tenido los últimos cinco años con lo cual hay más disponibilidad de agua en los campos. Pero esta disponibilidad ha sido negativa en cuanto a la producción de aludes, por ejemplo”, añadió.

Por otra parte, “el fenómeno de El Niño ha traído más agua al campo y nos ha hecho reducir la cantidad de focos de incendios. Pero cuando el agua se vaya, va a quedar más material suelto para producir más incendios. Es decir, el contexto de El Niño nos revoluciona a la hora de planear cosas, lo que veníamos haciendo hasta hoy, tal vez no nos sirva y habrá que empezar a plantear nuevas estrategias de modo más integral”, concluyó el funcionario.

Fuente: Diario Vox
04/02/2016

 

 

 

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