El hotel mantiene su esencia de refugio de montaña, fundado en 1949 se sobrepone a los rígidos inviernos cordilleranos y se esfuerza en superar la calidad de su servicio.

Llegar a Portillo es una aventura en sí misma. A  216 kilómetros de Mendoza comienza la travesía de trepar la cordillera de Los Andes. Los vehículos van haciendo zig zag por el paso internacional que bordea el precipicio. En cada vuelta el paisaje se vuelve más intenso, con más nieve que se confunde con el cielo y las montañas que parecen infinitas.

Al costado de la ruta las familias estacionan los automóviles para que chicos y grandes inventen sus propias pistas de culipatín con tablas, bolsas y maderas. Otros hacen muñecos de nieve y por supuesto unos cuantos más juegan a arrojar bolas blancas que despiertan carcajadas.

Aparecen las aerosillas, los esquiadores y las tablas de snowboard inventando piruetas y el imponente complejo Ski Portillo ubicado a 2.880 metros de altura, frente a la Laguna del Inca, con espacio para 500 visitantes, 14 medios de elevación y 35 pistas.

Ski Portillo se encuentra en permanente movimiento; si bien hay propuestas para alojarse durante un fin de semana, en general los pasajeros llegan por siete días, de domingo a domingo la estadía arranca con un cocktail de bienvenida y variedad de actividades para quienes no esquían, como cursos de panificación, yoga, cine, degustaciones de vinos, torneos de juegos de mesas, estreching, entre otros.

No hay televisión en los cuartos, ni en las salas comunes, sólo monitores en el gimnasio que transmiten programas deportivos. La conexión a internet es buena, pero a veces se congestiona por la cantidad de usuarios y provoca abandonar el teléfono o la computadora para comprender que la idea en Portillo es conectarse con el paisaje.

Lo singular del complejo Portillo es que las cuatro comidas y los medios de elevación están incluidos en las tarifa, pero lo más valorado por los que frecuentan las mejores pistas del mundo es que en el subsuelo, donde se ubica el gimnasio, el sauna y el acceso a las increíbles piscinas descubiertas, se encuentra la tienda para alquilar los equipos.

Es decir que se puede bajar de la habitación en ojotas para llegar al rental ski y allí te aguardan con las botas indicadas, esquíes, bastones y casco. De ahí a las pistas cargadas de nieve, sin escalas.

Para quienes nunca fueron a esquiar, vale contar que elegir el equipo es un arte. Miden los pies, la altura, al probar la bota le dan un golpecito seco para que el pie se acomode, los bastones también los determina la estatura y ahora se incorporó el casco como medida de seguridad obligatoria por lo cual ya no se usa gorro de lana sino ona cofia o turbante de polar, tipo vincha que sujeta el cabello para garantizar una visión segura.

Mas placentera no puede ser la jornada de ski. La comodidad de colocarse las tablas en la puerta del hotel que coincide con el ingreso a los espacios para principiantes, no tiene comparación. Es solo un recuerdo eso de trasladarse en combi del hotel a las casas de alquiler, de ahí a la montaña, luego las colas para abonar los tickets. Todo eso aquí queda reducido a cinco minutos. Además por la ubicación en la cordillera la acumulación de nieve es mayor y la temporada se extiende hasta mediados de octubre.

La señalización lleva a las distintas pistas que, por supuesto, a medida que se acercan a la cima son más complicadas. Las pistas verdes -las más fáciles- Princesa y Puma son ideales para arrancar, entrar en calor, para luego animarse a Las Lomas y Las Canarias, ya con algunas pendientes propias de las pistas azules, de dificultad intermedia.

Una de los recorridos más populares es Juncalillo, con 1.353 metros de longitud propone saltos, sectores más planos, bifurcación para otras sendas, hasta el paso en dos tramos por encima de túneles carreteros del paso internacional por la que circulan cantidad de camiones que se dirigen por Mendoza hacia otros países. El límite argentino se encuentra a sólo cinco kilómetros de Portillo.

Entre los andariveles rojos, Plateau es la primera que acceden quienes van mejorando en los circuitos azules. Hay que subir 321 metros de altura en una aerosilla triple que remonta uno de los picos más altos sobre la Laguna del Inca, detrás hasta se ve el macizo del Aconcagua. Una vez en la huella de la bajada ya no se puede frenar. Y es ahí cuando la cabeza juega en este deporte, ya no se puede volver hacia atrás, hay que avanzar, descender y poner máxima concentración en que el cerebro cumpla con las órdenes entregadas, relajar los músculos y poner en práctica lo aprendido con el profesor.

“El objetivo es volver a casa caminando”, se repite en la cabeza la frase impuesta como meta junto a los otros amigos esquiadores. Y como el deporte es superación, los obstáculos se superan, el ski fluye y la pendiente va quedando atrás. Entonces otra vez, y varias más, a subir y a bajar por Plateau, con la satisfacción de alcanzar las metas. Al mediodía, justo en ese sector, es recomendable un descanso para almorzar en el bar de montaña Tío Bob.

Otra gran virtud de este centro de ski es que es exclusivo para los ocupantes del complejo, es decir que solo hay 500 esquiadores y snowbordistas desparramados en la montaña (el día de ski existe pero es poco promocionado). El tránsito es fluido; para subir a las aerosillas jamás hay que hacer cola, es más, el tiempo de traslado en los medios de elevación es el único para el descanso. El tiempo neto de ski en Portillo es muy alto.

”Parece que estás solo, que la pista es para vos”, cuenta Luis, que practica el deporte desde corta edad, y muy temprano se desliza por las pistas más dificultosas. Hasta se animó a ir por el andarivel Lake Run uno de los más riesgosos que rodea la Laguna del Inca, con sectores congelados. Cóndor, Cumbre y Las Vizcachas son pistas negras populares entre los asiduos visitantes de Portillo que comentan al llegar las andanzas por las altas cumbres.

Tal como lo indican los carteles, un camino fácil al hotel, y muy entretenido, es la Bajada del Tren, que lleva sin sobresaltos hasta la puerta del Ski Rental, dejando para el final el paso por el túnel de la antigua estación del tren que hasta hace unos años pasaba por el lugar.

Después de esquiar, los visitantes de Portillo, es muy común que se sumergen en las piscinas de agua caliente desde donde se disfruta la vista de la Laguna del Inca.

Alto rendimiento

La gran atracción suelen ser algunos equipos olímpicos europeos, que aprovechan para entrenar en el hemisferio sur mientras en su lugar de origen transcurre la temporada de verano. Los esbeltos deportistas son los primeros en abordar las pistas enfundados en unos trajes coloridos y equipos de última tecnología.

Utilizan casi en exclusiva la pista Roca Jack, empinadísima, bajan a toda velocidad por los sectores delimitados por sus instructores que pintan la nieve de color azul. Después siguen entrenando en el gimnasio, se recuperan en los hidromasajes. En los descansos de cada piso del hotel, se reúnen, miran videos de sus lanzamientos, se entretienen jugando a las cartas y acceden a la charla con los huéspedes y esquiadores amateurs.

Delicias

El restaurante principal es uno de los espacios más placenteros del complejo Ski Portillo donde desde el primer día se asigna una mesa y un grupo de mozos que atenderán a los huéspedes durante su estadía. La idea una vez más es que los visitantes se sientan como en casa donde incluso se pueden sumar otros invitados del hotel. El destacado de la carta es sin dudas la carne blanca, como los pescados breca, tilapia, trucha, mahi mahi, y por supuesto los mariscos, descollantes en Chile.

Después de la cena, las noches continúan en el living con cafetería y tragos, mientras que otros eligen adentrarse al pub donde una banda en vivo cada noche anima la fiesta hasta la medianoche. Y hay más, también hay un boliche, con pistas de baile, bola espejada, luces y alegría. Afuera del hotel, otro rincón se alumbra en la noche, se trata de La Posada, donde asisten los empleados y los jóvenes que buscan parranda, y que pueden al otro día levantarse sin consecuencias para una nueva e intensa jornada de ski. Lo que es seguro es que en Portillo el relax, la adrenalina del deporte, y la diversión, están aseguradas.

Las posibilidades de alojamiento son varias. El hotel principal ofrece habitaciones en suite y departamentos familiares. Además El Inca es otra edificación con comodidades tipo hostel. El Octógono, un sector con vista a Los Andes requerido por argentinos con habitaciones cuádruples y baño privado. Cabañas de alquiler para cuatro a ocho ocupantes. Siempre hay promociones para quienes van con chicos, y según la época del año se ofrece sin cargo el alquiler de equipos y las clases colectivas.

 

Ya empieza la temporada de nieve, si estás planificando tus vacaciones de invierno, consultanos, también tenemos propuestas para que disfrutes la nieve y el esquí tras la cordillera de los Andes.

 

Fuente: La Capital, por Micaela Pereyra

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