A mediados del siglo pasado, en esta zona del monte lavallino se reproducían las Lagunas de Guanacache. Después llegó la sequía, que duró años y expulsó a los pobladores. Ahora, un proyecto ecologista permitió embalsar el equivalente a 480 piletas olímpicas.

La aparición de largos y verdes juncos, pequeñas plantas acuáticas que pierden su estructura cuando se las extrae del agua, y patos que en bandadas se divisan a lo lejos, son sólo algunos signos de recuperación de una pequeña parte de las Lagunas de Guanacache.

Allí, más precisamente en la laguna Los Chanchos -cercana a los parajes lavallinos El Retamo y El Forzudo-, se lleva adelante desde 2011 el proyecto de conservación y restauración de las Lagunas de Guanacache que comparten Mendoza, San Juan y San Luis, declaradas como sitio Ramsar en 1999.

Lo que se buscó fue intervenir en el proceso de degradación de este importante humedal mediante el armado de terraplenes revestidos (vulgarmente conocido como tapones) en las cárcavas, grietas formadas por la erosión retrocedente, que impedían la acumulación de agua.

En total fueron diez las obras que se concretaron y que permitieron almacenar 1,3 hectómetros cúbicos de agua durante las lluvias de verano, lo que equivale a 480 piletas olímpicas. Si bien el proyecto de las Lagunas de Guanacache en un principio estuvo pensado para “juntar” el agua del río San Juan, el reducido caudal de éste y la intensificación de las precipitaciones en el llano cambiaron el enfoque.

La acumulación de agua en las Lagunas de Guanacache está permitiendo, por un lado, recuperar la biodiversidad perdida y, por el otro, mejorar la calidad de vida de los habitantes del lugar, dedicados principalmente a la cría de chivos.

Esta iniciativa es ejecutada por la Fundación Humedales y la Fundación Avina con el apoyo de la Dirección de Recursos Naturales, la Dirección de Hidráulica, la Tecnicatura en Conservación de la Naturaleza del IEF Mendoza y la Universidad Nacional de Cuyo.

 Bendita agua dulce

Una de las obras más importantes se realizó en una zona conocida como La Pasarela. Un puente colgante que en otras épocas sirvió para el traslado del ganado caprino le da el nombre al sitio hasta el cual llegó diario Los Andes.

“Este sector es una gran cárcava o barranca que se hizo producto de la erosión y que va avanzando para atrás. Tiene 3 kilómetros de largo y se abre en 5 partes”, comenzó a explicar Heber Sosa, profesor, coordinador del área de humedales de tierras secas de la Fundación Humedales y guía del recorrido.

Esa extensión representa lo que sería una de las “rajaduras” que tienen las Lagunas de Guanacache. “Los habitantes de la zona nos contaban que el agua no se acumulaba porque se perdía por estas grietas, se iba hacia el río Desaguadero, se salinizaba y se perdía de un día para el otro”, recordó. Por eso allí se decidió colocar un tapón.

“Se hizo con máquinas y tierra del lugar. Los camiones fueron buscando tierra, la tiraban en un mismo punto y la compactaban. Arriba se le colocó una membrana geotextil y bolsas para reforzarlo”, detalló Sosa.

Además de retener el agua, la obra también en las Lagunas de Guanacache funciona como una trampa de sedimento. “Las partículas que trae el agua se van embancando, lo que genera el efecto buscado de que el piso de la cárcava vaya subiendo. Con el paso del tiempo la idea es que el agua que ahora está allí suba tanto que se reparta en la laguna”, detalló el experto.

Solamente en ese sitio de las Lagunas de Guanacache se ha almacenado hasta el momento un hectómetro cúbico de agua, por lo que los signos del humedal son bien visibles.

“Nosotros solamente colocamos semillas de agropiro (planta forrajera) en el agua para que se acumularan en las orillas y fuera creciendo una hierba que fortalece el suelo. Las demás especies de flora y fauna fueron apareciendo solas”, aseguró Sosa. “Es que el agua dulce da vida”, remarcó.

Las condiciones actuales en las Lagunas de Guanacache favorecieron el crecimiento de macrófitas -plantas acuáticas- que van oxigenando el agua, así como la aparición de insectos acuáticos, crustáceos, anfibios y aves.

“El ambiente tiene memoria y si vos le volvés a dar las condiciones históricas, lentamente se va recuperando”, explicó el también docente, quien contó que todavía no hay peces pero que si las condiciones se mantienen como hasta ahora comenzarán a aparecer en breve.

Allí también se decidió hacer bajadas para que los animales de la zona pudieran usar el espejo de agua como bebederos. Las demás obras que se realizaron son conocidas como La Puertita, La Sepultura, El Chayito y Camperito I y II, entre otras.

Recuperar la esperanza

El reloj marca las 4 de la tarde del jueves y el cielo lavallino está totalmente despejado. En el medio del monte se ve a lo lejos a Julio Barroso (75), poblador de El Retamo de toda la vida.

Con un pequeño bolso, su camisa impecable y una gran sonrisa, el hombre espera a un vecino de puesto que lo acercará a la Terminal para poder trasladarse hasta San Luis a visitar a su hija, uno de los nueve vástagos que tiene.

Aunque don Julio -como lo conocen- pide disculpas por no poder quedarse mucho rato a charlar, se toma unos minutos para contar cómo eran aquellas épocas en las que el agua no escaseaba en las Lagunas de Guanacache.

“Estas lagunas han sido de aguas permanentes, yo las he visto 12 años seguidos llenas, pero fue allá por 1950. Después se hicieron socavones y se fueron vaciando”, recordó. La gran consecuencia de esta pérdida fue, para él, la partida de la mayoría de los habitantes.

“Esta era una zona muy poblada, pero muchos se fueron yendo en busca de fuentes de trabajo”, contó el hombre, y reconoció que sus propios hijos también partieron. “Yo los hice estudiar y no les quedó otra que irse a la ciudad de Mendoza y a San Luis, donde todos tienen trabajo”, detalló.

Él, en cambio, decidió quedarse a criar sus chivas, vacas y ovejas. “Sabe que nosotros estábamos muy mal, se me murieron muchos animales por la sequía”, señaló.

Sin embargo, don Julio habla de una situación del pasado ya que asegura que hoy está mucho mejor. “Hemos recuperado la esperanza porque hay agua, lo que hace que tengamos más posibilidad de criar ganado y mejorar nuestra calidad de vida”, dijo sonriendo.

Para él, las obras que se llevaron adelante en las Lagunas de Guanacache cambiaron la situación. “Se generó como una especie de embalse, lo que es maravilloso y hacía falta desde hacía años”, remarcó.

Antes de que se acumulara el agua a un kilómetro de su puesto, él le daba de tomar a su ganado agua de pozo. “Pero no era muy buena porque era salada. Ahora se están reproduciendo y estoy aumentando la cantidad de animales”, comentó con gran satisfacción.

Es que las Lagunas de Guanacache no sólo tienen agua para esta temporada, sino que calcula que por la cantidad almacenada durará hasta el año que viene. “Incluso si no llueve, el próximo verano vamos a estar bien, pero si llueve, mucho mejor”, cerró antes de irse saludando cordialmente.

Zulema Barroso (51) es otra vecina de la zona que celebra la vuelta del agua. “Está hermoso el campo, nada que ver tiempo atrás”, diferenció. Para ella gracias a los tapones y las pasarelas se han salvado muchos animales.

“Antes directamente se morían de hambre porque como no había agua no crecía el pasto”, recordó. Ella tiene cabras que cría junto a su hijo Damián, pero además trabaja cuidando a una persona mayor que vive en un puesto vecino.

Subido en su caballo blanco, Adolfo Garro (70) se acerca pidiendo una botella de agua, luego de haber pasado toda la mañana y parte de la siesta arreando sus vacas y caballos en el monte lavallino. Luego de charlar sobre su tarea, su familia y temas varios, dedica algunos minutos a elogiar las obras realizadas: “Esto es una verdadera bendición para nosotros, es prácticamente un dique que nos viene muy bien para nuestros animales”.

A los encargados del proyecto realizado en las Lagunas de Guanacache no les llama la atención la buena recepción de la comunidad, ya que previo a la realización de las obras desarrollaron una serie de talleres para tener en cuenta sus necesidades, expectativas y sugerencias. Además, se llevaron a cabo estudios hidrológicos, topográficos y ambientales que se van repitiendo periódicamente.

De la degradación a la restauración

Desde mediados del siglo XX, las Lagunas de Guanacache sufrieron un proceso de degradación debido a múltiples factores, entre los cuales se destaca la erosión de los suelos lacunares por el manejo inadecuado del agua que llega al sitio desde los ríos tributarios de los oasis aguas arriba.

La deforestación, la pérdida de cobertura vegetal por sobrepastoreo del ganado y la invasión de especies exóticas son otros factores que aceleraron dicho proceso.

La preocupación por esta situación llevó a la creación del Sitio Ramsar Lagunas de Guanacache, Desaguadero y del Bebedero -compartido por las provincias de San Juan, San Luis, Mendoza y la Administración de Parque Nacionales-, con el objetivo de comenzar la restauración de los principales humedales que conforman el complejo, aprovechando el agua residual que llega desde los oasis.

Fuente: Resumen ejecutivo del proyecto Restauración y conservación del Sitio Ramsar, Lagunas de Guanacache, Desaguadero y del Bebedero, de Heber Sosa con la contribución de Ernesto Ovando y Nidia Amaya.

Fuente nota: Diario Los Andes
29/04/2015

 

 

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