En julio, saldrá a la venta una versión premium del vino turista, un varietal roble que costará $70 la botella, el doble de lo que vale el genérico que hoy se comercializa en los restoranes. Ya hay cerca de 10 bodegas interesadas en elaborarlo.

La iniciativa busca reflotar la operatoria para alentar el consumo y mejorar los márgenes de ganancia de los actores de la cadena de comercialización.

Justamente, estas son las dos patas flojas que tiene el plan Vino Turista, lanzado en noviembre de 2012 imitando una acción que tuvo lugar a fines de los años 70.

El objetivo es alentar las ventas para beneficiar a las bodegas y a los restoranes pero al mismo tiempo, son esos mismos actores los que no han terminado de sumarse a la idea.

A tres años de comenzada la campaña casi se ha cuadriplicado la cantidad comercializada de litros de vino. De 120.769 que se vendieron en el 2012 se pasó a 414.924 en 2014.

En total, sonsiete las bodegas que venden cuatro marcas (ver infograma). Sin embargo, pese al crecimiento, el vino turista es poco promocionado por los restoranes en Mendoza.

“En Buenos Aires, es muy duro poder entrar y en el resto del país el nivel de conocimiento es regular”, explicó el presidente de Fecovita, Eduardo Sancho, una de las firmas que comercializa una marca exclusiva de vino turista, Cruz del Sur.

“Las bodegas hemos resignado parte de la ganancia para poder sostener este producto. Si el restorán hiciera lo mismo podría beneficiarse con la mayor rotación. Podrían vender más porque el precio de algunas botellas, asusta en los restoranes”, se sinceró Sancho.

“Es cierto que no es tan rentable como vender un ejemplar de la carta, pero igual les queda un buen margen de ganancia”, sostiene Sancho.

“Nosotros apuntamos a cambiar la cultura de tomar vino. Nos sumamos a esta iniciativa no tanto por un negocio sino porque buscamos que la gente vuelva a tomar vino más seguido”, cerró el titular de Fecovita.

Por las nubes

El piso de precio en los vinos de carta en un restorán medio arranca en los $90 a $120. Esas mismas botellas, en las góndolas del supermercado, salen aproximadamente un tercio. Es decir, prácticamente triplican el valor. En el caso del vino turista la ganancia es del doble: el ejemplar de $35 el dueño del local de comida la compra a $17, 50, según explicó la coordinadora del programa Operatoria Vino Turista del INV, Claudia Lafferriere.

A su vez, el vino turista el distribuidor lo recibe a $12,50 del bodeguero. “Esta es la razón por la cual algunos eslabones de la cadena no visualizan como rentable el negocio”, explica la responsable de la campaña.

Ahora, con el lanzamiento de una versión premium se buscará captar otro segmento de comensales que aspiran a disfrutar de un vino más sofisticado sin tener que hacer una erogación tan importante.

Lafferriere admitió que –hasta el momento– se sumaron menos de bodegas de las que inicialmente se esperaban.

Esto limitó las posibilidades de distribución a nivel nacional y por lo tanto acotó la llegada a los restoranes. Hoy se distribuye en menos de la mitad de las provincias del país.

“Aspiran a tener un margen de ganancia mayor, ese es el gran impedimento que frena a los empresarios, que son muy conservadores a la hora de tomar riesgos”, analizó la titular del programa.

Lo que la ley marca

Según la ley 20.860 es obligatorio para los restoranes contar con un cartel visible ofreciendo el vino turista y, además, exhibirlo en la carta.

En Mendoza, la medida se cumple a medias: generalmente se cuelga el aviso, pero que aparezca en el menú es una rareza.

“El 0,1% de los negocios a lo sumo lo aclara en la sección Bebidas”, estimó Sancho.

Escuchar todas las campanas

Para el vicepresidente de AEHGA (Asociación de Empresarios Hoteleros Gastronómicos y Afines de Mendoza), Fausto Manrique el problema no está en que ellos no promueven lo suficiente el vino turista, sino en que la operatoria debería ser más flexible.

“Yo creo que en lugar de tratar de imponer por ley que los restoranes vendan un vino a $35, lo que se debería hacer es permitirle a los locales elegir un producto para tenerlo en promoción, como el vino de la casa, con la opción de venderlo en copa. Esto permitiría cumplir con el fin principal que es promover el consumo de la bebida nacional pero adaptando la normativa a los perfiles y conceptos de cada local”.

“No tiene mucho sentido exigirle a un restorán de alta gama que ofrezca el vino turista pero sí tendría más aceptación en los clientes un vino en copa de calidad premium”, analizó Manrique.

¿Vino versus cerveza?

El dueño de dos bares de la Arístides William Brown y PH analizó que el competidor del vino no es sólo la cerveza.

“La conducta de consumo ha variado. Ahora hay que hacerle frente a la coctelería y al agua. Hoy muchos consumidores pide un cóctel o un trago para acompañar la comida o, simplemente toman agua, sobre todo en el verano. El mercado del vino no se adapta a estas nuevas tendencias, por eso de debería vender más en copa, botellas con tapa a rosca o envases más chicos. Hay que amoldarse a las nuevas formas de consumo”, manifestó.

En Argentina, en 2014 se consumieron 23 litros per cápita por año por persona. En cambio, fueron 44 litros de cerveza en el mismo periodo.

Fuente: Diario Uno de Mendoza
14/05/2015

 

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