Caminos inundados de bodegas y viñedos decoran el paisaje cuyano. En el caso de Mendoza en otoño, la propuesta se completa con una generosa oferta de actividades en contacto con la naturaleza. Y además termas, ideales para disfrutar en los meses de otoño e invierno, aunque algunas están abiertas los 365 días.

El termalismo es siempre una buena propuesta para los turistas que viajan a Mendoza en otoño para hacer la ruta del vino o salidas de trekking por la montaña.

Los caminos que conducen a descubrir los secretos y las virtudes del vino siguen siendo el circuito más demandado en la provincia de Mendoza, en el comienzo del otoño y en la antesala del invierno, en donde lo mejor pasa por la propuesta de los centros de esquí.

Líder en el mundo, todo el año

Sin duda las rutas enológicas se disfrutan durante las cuatro estaciones. A la par de Melbourne, en Australia; Bordeaux, en Francia, y Florencia, en Italia, Mendoza es una de las Capitales Mundiales del Vino, y méritos le sobran.

Son muchas las modalidades que ofrecen los operadores turísticos locales para recorrer las bodegas y viñedos de la zona. A caballo, en bicicleta, en autos antiguos, en globo, a pie. Son más de 1.200 bodegas, muchas de las cuales abren sus puertas al visitante para contarle la historia y los procesos que rodean a esta bebida.

En este tentador camino, grandes y pequeñas empresas familiares ofrecen visitas guiadas, cursos de cata, degustaciones especiales y la posibilidad de cosechar durante la mística vendimia.

Pero hoy la oferta para el turista que llega a Mendoza en otoño es muy variada. El turismo del vino ya no se limita a visitar una bodega y degustar sus productos. Las empresas han diversificado sus propuestas, ofreciendo además la posibilidad de almorzar u hospedarse en un entorno de viñedos; participar de la cosecha, la poda y de la elaboración de su propio vino; asistir a cursos de degustación de nivel avanzado; relajarse en un spa del vino y gozar de toda una cosmética vitivinícola; y hasta celebrar una boda o una fiesta de cumpleaños.

Mendoza en otoño también ofrece alternativas para disfrutar de los beneficios que aportan las aguas mineralizadas. Se trata de los complejos termales de Cacheuta, Los Molles y El Challao. La propuesta combina descanso, aventura y los mejores vinos del país.

Cacheuta está ubicado sobre la RP 82, en el departamento de Luján de Cuyo, y muy cerca de Potrerillos. Distante apenas 38 kilómetros de la ciudad capital, el establecimiento permanece abierto durante todo el año.

Con los picos nevados de la Cordillera de los Andes como telón de fondo, Cacheuta ofrece un parque de agua termal y aventura, un área natural en la que fueron construidas diferentes piletas con aguas hipertermales, que oscilan de 35°C a 50ºC de acuerdo con los manantiales.

La particularidad de este complejo mendocino es que sus aguas provienen de deshielo, se infiltran a grandes profundidades, elevan su temperatura y chocan con la roca granítica de Cacheuta para volver a la superficie. La absorción de todos los minerales en este proceso le genera características únicas en el país.

El Complejo Termal Los Molles se encuentra inmerso en un valle y situado a 50 kilómetros del casco urbano de la localidad mendocina de Malargüe. Se trata de otro de los preferidos por el turismo que busca una propuesta de relax y descanso, en funcionamiento los 365 días.

El predio posee una infraestructura hotelera distribuida en tres edificios. Para acceder al lugar se transita por la RN 40 hasta la intersección con la RP 222, que bordea el río Salado a través de un camino de montaña, en dirección a Valle Hermoso y Las Leñas.

El otro complejo, 135 kilómetros al oeste de la ciudad de Malargüe, lo constituyen las Termas de Cajón Grande, con cinco piletas descubiertas. El sitio se ubica en el camino que conecta la Argentina con el vecino país de Chile, a través del Paso Internacional El Pehuenche.

También en Malargüe, junto al río Atuel, a unos 2.180 metros de altura sobre la RP 220, el visitante accede a un abandonado complejo termal que supo ser en las décadas del 30 y del 40 un suntuoso alojamiento de alta gama. Se trata de las ruinas del Hotel Termas El Sosneado. El manantial de aguas termales es de origen volcánico y en temporada estival recibe turistas que aprovechan sus propiedades curativas.

 

Fuente: Ambito Financiero

 

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