Las acequias de la ciudad de Mendoza, un sistema de riego antiquísimo heredado de la cultura huarpe, fueron postuladas en un proyecto para que se las declare Patrimonio de la Humaniad.

“En el Corán no hay camellos” sostiene Borges, y de hecho el que vive entre camellos no siente la necesidad de nombrarlos… Lo mismo ha ocurrido con las acequias y zanjones de Mendoza, como estaban aquí desde siempre, nadie se preocupó de hacer conocer sus tratados o dibujarlos en planos”.

Así reseña -en apretada síntesis- el arquitecto Ricardo Ponte, en un trabajo de investigación que llevó más de 6 años y que le permite al lector remontarse a los antecedentes de una Mendoza indígena y originalmente molinera (se contabilizaron más de 25 molinos harineros), antes de ser tierra de vides y uvas.

Fueron ideadas y trazadas por los huarpes. Perfeccionadas por los españoles en la época de la Colonia. Con la reconstrucción de la Ciudad, alrededor de 1872, el sistema de riego se organiza en paralelo de las calzadas, alimentando la red de arbolado público urbano. Las acequias son tan mendocinas como la Vendimia y el Aconcagua, ¿podrán convertirse también en nuestra carta de presentación ante el mundo?

Ricardo Ponte, uno de los expertos en la materia, ha ganado una beca en Estados Unidos para comparar las acequias de toda América y ha podido comprobar que existen similares en otros pueblos, sólo que son como las que Mendoza tuvo en la época de la colonia. El arquitecto destaca el modelo que surge por 1872 con acequias paralelas a la calle y con arbolado público. “El que después repitieron otros poblados, como San Rafael o San Juan”, apunta.

“Hay que demostrar que se trata de una cuestión auténtica, no un artilugio para atraer más turistas”, acota Ponte. Años atrás, la Unesco declaró como Patrimonio de la Humanidad un sistema de riego de Omán, en la Península Arábiga, pero se desconoce si tiene características similares al mendocino.

Hace poco, Buenos Aires se propuso como Ciudad -con su arquitectura y bagaje cultural- y fue rechazada. El último sitio que recibió este galardón en el país fue la Quebrada de Humahuaca en 2003. Ahora Mendoza va por el suyo.

Esta investigación sirvió de base para la presentación oficial del proyecto de ley que propone que la provincia sea declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, por tener un sistema milenario de acequias y canales, con pocos antecedentes en el mundo.

La iniciativa surgió en el marco de un convenio entre la Universidad Nacional de Cuyo y el municipio de la Capital de Mendoza que planean tramitar el pedido en Unesco ante los beneficios que puede reportar a la ciudad la inclusión en el Listado de Patrimonio Mundial.

Fuentes municipales señalaron que «ya se han delineado las estrategias a seguir en el plano comunicacional y se realiza la recolección de material e información técnica, histórica y cultural» sobre el tema para fundamentar el proyecto.

Actualmente existen en 161 países más de mil sitios declarados Patrimonio de la Humanidad, entre los cuales unos 800 tienen categoría de culturales, 200 de naturales y unos 30 son mixtos.

Las acequias urbanas mendocinas «aún hoy constituyen el sistema de riego vigente en la Ciudad a lo largo de todas sus calles, lo que le da plena originalidad en el mundo», añadió.

Asimismo, apuntó que «este especial sistema hídrico no sólo constituye un elemento esencial en el trazado de la Ciudad, sino que es parte esencial del patrimonio cultural, así como un agente vinculado a la estructura económica y un verdadero soporte de la identidad ambiental de Mendoza».

La inclusión de las acequias en la Lista de bienes Patrimonio de la Humanidad daría «fuerte visibilidad internacional a la Ciudad de Mendoza», permitiendo incluso la gestión de acciones de turismo sustentable e incentivar su interés como objeto de estudio e investigación en los ámbitos académicos, añadió.

Acequias y árboles

La información existente señala que la provincia sería un caso único de ciudad con las acequias (palabra castellana para canal de riego), que sumado a la arboleda callejera que “le es complementaria”, hacen necesaria la protección como un bien cultural.

Este sistema imaginado y construido -hace siglos- por el hombre debe rescatar un valor universal desde el punto de vista histórico, estético, etnológico y antropológico. De ahí la importancia de la propuesta, que deberá transitar un “largo camino”, al decir de los especialistas, para lograr en la sede de las Naciones Unidades el convencimiento de estar ante un caso único o con pocos antecedentes en el mundo.

También se destacó la importancia de obtener dicha calificación -en Malargüe se busca también esa definición para la Payunia-, que elevará la categorización de la provincia, además de ser un imán para el turismo ecológico del mundo.

“Tiene el canto que baja a la acequia, una historia de duendes del agua, personajes que un día salieron, a poblarnos la piel de tonadas…”, aseguran no hace mucho Jorge Sosa y Damián Sánchez, cuando nos introducen en un otoño diferente y que mucho antes habían recorrido, aunque el escenario haya sido el Canal Cacique Guaymallén, Manuel Matus y Armando Tejada Gómez, con otras vivencias.

Pero más allá del canto y la poesía, el agua y las acequias marcaron no sólo la geografía de las calles, sino también muchas travesuras de niños de decenas de generaciones, que crecieron entre ese murmullo inconfundible del vital, y cada día más escaso, elemento.

Pasado, presente y futuro. Una obra milenaria, rescatada hoy, pensando en el mañana. Está hecha la propuesta, sólo falta el incondicional apoyo de la sociedad en su conjunto, sin banderías ni “dueños”, para lograr que la provincia trascienda sus límites naturales y llegue al mundo con una marca registrada diferente y única.  Leer más…

Fuente: Diario Los Andes

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